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Síndrome de ovarios poliquísticos – Parte 1

by Amelia 20 febrero, 2022

Desde hace unos años el ángulo cambió, mis razonamientos tomaban un mayor sentido, algo en mí no estaba yendo bien y quería entender. Necesitaba saber por qué.

Algo en lo que siempre he hecho hincapié desde esta plataforma es consultar con buenos y responsables profesionales, para eso solo se tiene que indagar. El punto de partida fue ese, buscar quién y cómo. Sin mucho más que un par de citas y analíticas, el diagnóstico era bastante confuso y, probablemente, en vez de darme luces me oscureció más. 

Aquí te cuento un poco más de mis emociones y sensaciones en esta experiencia: clic aquí.

Pensando en todas las que aún siguen en la opacidad de los cuestionamientos, te explico por partes lo que es el síndrome de ovarios poliquísticos (SOP). 

Conocido por sus siglas, SOP

Quisiera empezar esta explicación haciendo un par de aclaraciones:

  1. Yo no soy médico, esto es una recopilación de haber visitado a muchos médicos y de estar llevando un curso para profundizar sobre el SOP. Quise hacer esto porque no he encontrado mucha información en español en la web y hay bastante literatura desactualizada. 
  2. El primer punto surge a raíz de la falta de un estudio de la medicina con visión de género. Y sí, sí creo que la falta de información y detección del SOP, como sus recientes actualizaciones, tienen mucho que ver con el feminismo. 

Y muy aplicada, aquí empezamos.

El SOP es un síndrome que engloba muchos aspectos, deja de ser solo un trastorno ginecológico y pasa a uno endocrinometabólico también. Aunque nunca lo hayas escuchado, dos de cada diez mujeres tienen SOP, lo que la convierte en la patología endocrina más común en mujeres de edad fértil. Lo curioso del tema es que, aún siendo tan usual recibir a una paciente que posiblemente tenga SOP, los médicos suelen mostrar poca empatía y resumen su diagnóstico a la aparición de quistes en los ovarios o a la mala alimentación. 

Las alteraciones más frecuentes se muestran a nivel: reproductivo, metabólico y psicológico. Déjame que te cuente con números que, aunque buena con las letras, no quiero marearte.  

Estos niveles se manifiestan, por ejemplo, en estos síntomas:

  1. Reproductivo: Hiperandrogenismo, anovulación, esterilidad, diabetes gestacional. 
  2. Metabólico: Resistencia a la insulina, síndrome metabólico, riesgo cardiovascular. 
  3. Psicológico: depresión, rechazo a la imagen.

Por muy científico que suene todo esto, no puedo dejar de mencionar que entender que un cuerpo no te define y que eres muchísimo más fue mi principal medicina. Te dejo aquí con esta resumida y clara definición del SOP que me costó tanto entender y me sirvió para entenderme a mí misma. 

20 febrero, 2022 1 comment
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A un año de ser el cambio

by Amelia 17 enero, 2022

Esta semana cumplí 1 año entrenando y no se imaginan lo satisfecha que me siento. Durante este año he podido distinguir una idea equivocada sobre las razones para ejercitarse, yo no entreno con el objetivo de ver un número menor en la balanza, lo hago porque me ayuda a vivir. Llegar a esta idea no fue repentino, tuve que pasar por el agotamiento y la frustración. Quisiera decirles que es un camino sencillo y que los rápidos, y visibles, resultados te motivan a ser constante, pero no es así.

Todo sacrificio…

Durante las primeras semanas era un castigo, preferiría mil veces quedarme en cama y dormir un poco más, la fatiga y flojera eran más grandes. A eso se le sumaba el no ver un cambio frente al espejo, la ropa seguía quedándome igual y buscar salidas milagrosas y rápidas no faltaban en mis momentos de ocio. Los comentarios siempre han estado rondando ese límite de mi seguridad, creer que mi rutina no funcionaba por no verme más delgada eran un error, lo ideal siempre ha sido cómo me siento yo con esto y ejercitarme me hacía feliz. 

Desde este nuevo entusiasmo y motivación, nació un paralelo entre la actividad física y el bienestar, algo en lo que me he concentrado durante este año. Para no hacerles creer que es una suerte de engaño, busqué entre la ciencia y encontré que, efectivamente, el ejercicio es la acción que mayor impacto tiene en el cerebro, con una inmediatez en el estado de ánimo y, tras una rutina, mejoras sustanciales en el cerebro y el sistema cardiovascular. No quisiera convertir este post en una exposición, pero les dejo un link muy interesante de una verdadera erudita en la materia, Wendy Suzuki: clic aquí.

¿Vieron el video? Si la respuesta es que sí, entonces solo me queda confirmar lo revelado. Si la respuesta es no, te recomiendo verlo para que entiendas por qué hacer ejercicio tiene un beneficio más grande que un abdomen plano. 

Esos 45 minutos diarios que le quito a mi sueño, son 45 minutos que le sumo a mi alma: cultivo bienestar para afrontar mi día y disfrutar la vida. Suena utópico, pero les juro que es así. 

Para alguien que no tenía una rutina, ¿cuál es la manera ideal de empezar? 

El primer paso siempre es el más complicado, en este caso, el segundo es igual de difícil: levantarse hecho polvo y seguir sí duele. ¿Qué hice yo? Le pedí a los que me rodean que no me dejen flaquear y que ayuden a no rendirme. De esta manera, las semanas fueron pasando y ya iba agarrando un ritmo. 

Algo igual de importante es poder buscar asesoría profesional, yo encontré al mejor entrenador y eso terminó siendo un 50%. Juntos encontramos lo que mejor se adaptaba para mis objetivos y trazamos una estrategia. Entre nos, lo mejor de todo es que las risas nuuuuunca faltan. 

Ya teniendo encaminado el asunto, le sumé una actividad que desde hace mucho la tenía como hobby: zumba (baile). Incluirla dentro de la rutina semanal como un fijo me ayudó a balancear y agregarle la cuota divertida-artística al proyecto. 

El bonus del plan ha sido convertirme en entusiasta del pádel (sepan que tengo a las mejores compañeras) y añadir algo que nunca quiero dejar de hacer: aprender… y así, aprendiendo a diario de mí misma y mi fortaleza, es como quisiera compartirles la mejor receta para encontrarme en bienestar.

17 enero, 2022 1 comment
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Hasta qué punto te sigo

by Amelia 7 noviembre, 2021

Me despertaba con el sonido del viento, la tormenta golpeaba las ventanas y los rayos iluminaban el cielo de más de medianoche. Lo primero que hice fue agarrar el teléfono, quería cansarme para volver a dormir. Abrí Instagram y el dedo deslizaba automáticamente. 

Como alguien asidua a las redes sociales, cada día espero ver contenido del que pueda obtener algo, desde entretenimiento hasta conocimientos específicos. Me gusta creer que aún hay personas en las redes sociales que piensan que crear material novedoso y de calidad vale muchísimo. Soy alguien que aprecia el esfuerzo y que aplaude la creatividad, pero debo confesar que estoy en un límite. Ay, qué pesada eres Andrea. Sí, muy latosa cuando se trata de protegerme a mí misma. 

No sé si fue una coincidencia, pero qué bueno que pasó… 

En medio de una noche tormentosa, las ideas me surgían. Recordaba cómo en mi infancia los medios de comunicación habían destruido un poco de mi autoestima y sentí que, de algún modo, las redes sociales también lo habían estado haciendo. A los 7 años entendí que ser delgada y alta era atractivo; quedarte en silencio era ser señorita; tener lo último te hacía el mejor y muchos más conceptos equivocados que iban moldeando mi presente y me hacían verme en un futuro. A esa edad cada cosita que entraba por los sentidos no tenía manera de ser filtrada. 

De la tele, a mi vida; de las redes, a mis días 

Han pasado los años y algunas ideas han cambiado, la sociedad no es la misma y, claramente, yo tampoco. Sin ánimos de generar un enredo en sus cabezas, resumo a que la amplitud de los medios de comunicación ha traído como consecuencia que aparezcan figuras cuasi televisivas y de gran repercusión, ya los conocerán por la denominación “influencers”. 

Tengo que decir que hay muchos de estos usuarios que tienen gran contenido y son muy muy buenos en lo que hacen, conocen el sistema y con mucho esfuerzo han logrado posicionarse, pero eso no significa que me haga bien a mí.

Soy de quienes ven mucho de la persona antes que el mismo asunto, por eso es que no me parece justo concederme mensajes que refuercen alguna de las ideas que tanto trabajo me costaron desterrar. 

En medio del aguacero, me tomé el tiempo de dejar de seguir a cuentas que no me hacían bien, por mejor que fueran. 

Pienso que no volvería a seguir a alguien que me haga sentir incómoda con lo que soy, que me transmita perfección e idealismos. 

La opción siempre fue cambiar de canal

Ya ha pasado un tiempo de esta decisión, han pasado unos cuantos meses desde que esa tormenta se llevó una nube un tanto nociva en mi vida. Con una cuenta de limpia, he percibido mayor tranquilidad en mis chequeos diarios de sociales, algo que es paradójico, pero hace que me guste un poquito (y sume) más el uso de mi chupón cibernético. 

7 noviembre, 2021 1 comment
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A través del espejo

by Amelia 26 septiembre, 2021

How can you miss someone you’ve never met?

‘Cause I need you now but I don’t know you yet

But can you find me soon because I’m in my head?

Yeah, I need you now but I don’t know you yet

IDK You Yet, Alexander 23

Los antecedentes no los conozco o no los recuerdo, muy probablemente no existan, pero nunca me gustó el rosa. Era la menor, me tocó heredar ropa y aunque la familia me regalaba cosas preciosas y muy delicadas, cuando tenía la oportunidad de elegir en tienda siempre me iba por lo singular. Ese misterio fue creciendo conmigo y cuando ya era una señorita, iba con los cabellos en anarquía y camisas XL a cuadros. Siempre a mi modo, siempre a mi orden y dentro de todo el desastre. 

Al sentir que no era lo suficientemente linda, ni lo suficientemente delgada, la chica rara retrocedió y quedó por ahí. Mucha de esa esencia se escondió detrás de los alisados permanentes, de los que ya les había contado (si no lo vieron, pueden verlo haciendo clic aquí).

Esas miradas incómodas me habían venido acariciando, pero nunca lograron perforarme. 

Con un 40 de talla siempre se me hizo difícil calzar, pero los tacos eran una tortura. Los quinceañeros pude haberlos disfrutado más sin las ampollas. La belleza duele, dijeron siempre. Casi al terminar el colegio, mi mamá y yo descubrimos que en los “cierra puertas” de las tiendas por departamento quedaban muchos zapatos de mi talla, de buena calidad y a un precio que podíamos pagar. Fue la salvación para los años que se venían. No voy a negar que les agarré gustillo, ya no se me hacían incómodos, pero no era yo, no me sentía especial.

Salté de la universidad a la maternidad, desde ya y por las circunstancias, siempre (o casi siempre) en zapatillas. He llegado a relacionar mi amor por las zapatillas y el apego que les tengo con la nueva vida que me tocó asumir y todo el proceso que me ha llevado a lo que soy (igual es un amor casi obsesivo y lo admito). No solo por la comodidad, sino porque me gusta ser yo. Me gusta sentir que esas inspecciones aburridas son un motivo más para seguir poniéndome como a mí me apetece. 

El mundo puede hacerte caer en el molde, mi matriz llevaba tacones y yo siempre iba a evitarlos. 

Lo de adentro es lo del verdadero valor, pero algunos entendemos y podemos utilizar lo de afuera para nuestra propia lucha. A diario confirmo que vestirme de la manera en la que lo hago le da un poquito más de poder a esta vida mía. Repaso de a pocos los momentos en los que sentí mayor soledad y me veo distinta, con el cabello liso y ropa común. En esos momentos complicados estuve en propio abandono, porque me dejé a mi misma. Esa imagen que veo a diario en el espejo hace la combinación entre cuerpo y alma en mí, por lo menos en este aprendizaje constante. 

Y todos los días cuando me veo, me encuentro más parecida. 

26 septiembre, 2021 0 comment
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