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BlogSalud

Pequeños cambios, grandes beneficios

by Amelia 22 agosto, 2022

Me encuentro en el centro de mi vida, en un camino sin fin de elecciones y un constante reto de poder sacar adelante situaciones que muchas veces no han dependido de mi voluntad. A pesar de entender que el SOP solo puede manejarse y que existen maneras en la que tú misma puedes lograr un equilibrio, creo que ser compasiva conmigo misma y no limitar ciertos momentos de mi vida ha sido fundamental para poder seguir. 

Con amor, 

Andrea

Resulta que manejar el SOP ha significado todo un reto para mí, había estado haciendo todo lo perjudicial para sentirme mejor y cambiar hábitos (especialmente los malos). Manejarlo es algo que cuesta y cuesta mucho. Aún sabiendo que es complicado, sentirte mejor compensa efectivamente el esfuerzo y se vuelve un ciclo positivo. 

Siguiendo la línea del post anterior: (poner link de post anterior), el eje que más me ha costado manejar, porque cuesta y mucho, es la alimentación. 

No solo porque me gusta comer rico, sino porque durante toda mi vida he acumulado experiencias, muchas más negativas que positivas, con nutricionistas. El quitarme la idea de que las dietas son sufrimiento y que debo hacerlo para agradar a alguien más lo hace una batalla mucho más profunda.

Llevar un estilo de vida antiinflamatorio puede hacer que el SOP y los síntomas asociados mejoren en gran medida.

Uniéndose al enemigo 

Si el comer saludable era poco agradable, lo haría placentero: encontrar, en el espectro de lo adecuado, lo que más me guste y buscar opciones de cocina sencillas y sabrosas. 

Adquirir nuevos hábitos alimenticios no es una tarea fácil. Además de reducir (ojo, con la diferencia entre reducir y eliminar) el consumo de azúcar, alcohol y cafeína (se ha demostrado que incrementa los andrógenos en sangre), hay tres grupos alimenticios que con solo eliminarlos de tu dieta estarás dando un salto importante a un estilo de vida que te favorezca y te ayude a sobrellevar tu SOP:

1.     Ultraprocesados:

Son alimentos que, con el fin de conservar o mejorar, han sido tratados o modificados mediante algún proceso. Estos se dividen en grupos según su nivel de cambio (desde su forma natural). 

  • Grupo 1: Engloba a los mínimamente procesados, es decir, que no se les ha agregado ninguna otra sustancia, por ejemplo, cuando son rallados, secados, congelados. Ninguno de estos procesos cambia la composición, entonces no son perjudiciales, pueden consumirse con la confianza de la información natural del producto. 
  • Grupo 2: Son extraídos o refinados a partir de otros productos, como aceites vegetales, sal, grasa animal, azúcar. Regularmente, se añaden para mejorar las características (sabor, enriquecimiento) de otros alimentos. Con estos tampoco hay gran problema, pero sí deben ser utilizados con mesura porque podrían ser contraproducentes para el proceso antiinflamatorio e incluso para la resistencia a la insulina (efecto horrible del SOP).
  • Grupo 3: Una suma de los grupos 1 y 2: verduras o legumbres enlatadas, fruta en almíbar, encurtidos, pescado conservado en aceite, algunos tipos de carne y pescado procesados. En este punto no queda muy claro, sobre todo porque no somos especialistas, qué es lo que llevan o bajo qué nombres se pueden esconder ciertas sustancias, entonces es mejor evitarlos. 
  • Grupo 4: Estos ya serían los verdaderamente ultraprocesados. En este punto ya se pierde en gran medida la calidad del producto y se vuelve totalmente engañoso. Es muy común que presenten un exceso de sal, azúcar, grasas de mala calidad y aditivos de dudoso efecto en nuestro organismo. 

Ejemplos: Pasteles, galletas industriales, pizzas industriales, panes industriales, helados, refrescos, postres lácteos, salsas, aperitivos salados, golosinas, cereales de desayuno, barritas energéticas, margarina, fiambres, etc.

2.     Cereales (gluten) 

Lo que debemos evitar a toda costa es el riesgo de la resistencia a la insulina, lamentablemente los cereales, que contienen gluten, como el trigo, cebada, centeno e incluso, muchas veces, la avena, no colaboran para que esto sea así. 

En el proceso de llevar mi SOP he observado muchísimo mi cuerpo, lo he escuchado y he buscado ayudarlo. En esta observación constante he podido notar problemas digestivos que se me presentan a la par de otros síntomas relacionados con la resistencia a la insulina. 

Es así que pude encontrar una relación entre mis dolores de “estómago” con el SOP: las lectinas (proteínas) que contiene el gluten se resisten a la cocción y a las enzimas digestivas de nuestro cuerpo. Por ello, se les relaciona con daños intestinales que favorecen la inflamación. 

Existe evidencia de que el gluten está ligado a enfermedades autoinmunes como el hipotiroidismo y el lupus. Respecto a los problemas intestinales, se le vincula con inflamación y colon irritable. Con relación al SOP, me llamó mucho la atención que también se conecte con el acné, la amenorrea y un mayor índice de infertilidad. 

Como extra, les dejo un dato muuuuuy importante que encontré investigando sobre el gluten: aunque no padezcas alergia o intolerancia al gluten (enfermedad celiaca), existen personas que el consumo del gluten les afecta mucho. A esta condición llamada sensibilidad al gluten no celiaca, se presenta en se manifiesta en síntomas como hinchazón, gases, cansancio, fatiga o dolor en las articulaciones. La gliadina, una proteína, es la que produce permeabilidad intestinal, lo que aumenta la zonulina en sangre y a largo plazo favorece la inflamación de bajo grado, nada beneficioso para las personas con SOP. 

3.     Lácteos

Probablemente, ya sepas que los lácteos, en general, son perjudiciales. Sucede que las vacas han dejado de estar en nuestra idea de campo pacífico y hoy son utilizadas para ser solo productoras. Son inseminadas de manera artificial y modificadas para producir y producir. La leche que producen está llena de contenido hormonal y su consumo, eso afecta directamente a quienes tenemos desequilibrios hormonales (aunque pienso que afecta a todos). 

Es importante reducir al máximo o evitar el consumo de la leche de vaca y todos sus derivados. En mi caso, la intolerancia a la lactosa me ha llevado por un camino de probar todas las alternativas habidas y por haber, con lo que puedo confirmar que existen muy buenas opciones de reemplazo: lácteos de origen vegetal sin azúcar ni gluten (para los intolerantes a la lactosa), quesos o cuajadas ecológicas y naturales, leche de cabra y oveja ecológicos. 

Créanme, este camino puede disfrutarse y cada vez más surgen sustitutos para los alimentos que son perjudiciales para el SOP. Teniendo conocimiento de lo que nos hace mal, comer sano y rico se nos hace mucho más llevadero. Después de estos años intentando lidiar con la alimentación saludable, puedo decir que me he unido al enemigo y sintiéndome mejor voy ganando esta batalla. 

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Volviendo a curar(me)

by Amelia 7 agosto, 2022

Y en este largo silencio, entre tanto y mil emociones, tratando de ser compasiva conmigo misma, me he tomado unos meses para desordenarme y enfocarme en otras responsabilidades. Lo admito, siento haberme olvidado de mí y, nuevamente, estoy aquí, utilizando este espacio como una de mis máximas motivaciones y dimensión acogedora de lo profundo de mis sentimientos. 

Con amor, Andrea

Si hay algo que me queda muy claro de las situaciones adversas es que depende únicamente de ti tratar de estar mejor. No bien, pero mejor. En mi travesía tratando de entender el SOP he pagado para que muchos médicos digan que yo y mi gordura somos el problema y, de esta manera, reconocer que es exclusivamente desde mí que puede haber una reacción y cambio. Para comenzar, tomar estas opiniones como una clara expresión gordofóbica y para no volver a gastar mi dinero. En segundo lugar, para agudizar mi búsqueda de especialistas, no necesariamente quedarme con ginecólogos y endocrinólogos. 

En medio del desespero, empecé a buscar maneras alternativas de mejorar mi SOP y, habiendo ya cambiado el chip adelgazador por el de bienestar, encontré nuevas formas en las que mi cuerpo se iba sintiendo mejor. Adapté mi vida a una rutina en la que mi prioridad siempre será sentirme y no verme, el resto es reflejo. 

Los 3 ejes para manejar(me) 

Lo importante de esta fórmula es que no tiene ningún secreto y que todas tenemos la libertad de encontrarnos con nuestras propias maneras. Lejos de la presión, esta flexibilidad hace que sea interesante tener una vida saludable y le quita mucho de lo estresante: la rigidez. 

Como siempre les digo, todo lo que comparto por este medio es producto de una investigación y experimentación propia, para lo que he tenido que consultar con profesionales y revisar mucha información, esto es lo que a mí me ha servido y si no tienes un horizonte claro, podría ayudarte también a ti, mal no te va a hacer. Estos son cambios, independiente de la medicina o las recomendaciones médicas, que pueden alcanzarse con constancia y muchas, muchas ganas. 

1.     Alimentación: Buscar nuevos hábitos alimenticios es una de las tareas más complicadas de esta aspiración. Además de reducir el consumo de azúcar, cafeína y alcohol (las cosas que te suelen pedir los nutricionistas), existen tres grupos perjudiciales para el SOP, que solo con descartarlos estarás dando un gran paso en el camino de una alimentación que te ayude a manejar el SOP. Se trata de: Ultraprocesados, cereales (gluten) y lácteos. Seré más específica en un siguiente post, ténganme paciencia. 

2.     Manejo del estrés: Nada puede asegurarte que la vida sea siempre feliz, pero sí puedes estar preparada para afrontar las adversidades de la manera más inteligente. El deporte ha sido mi mejor herramienta, aquí te dejo cómo y por qué.

3.     Buen descanso: Dormir unas buenas horas ha sido clave para poder continuar con la rutina, además de los efectos positivos que tiene para la salud en general, es el complemento perfecto para conectar y comenzar cada día.

La idea no es abrumar, es empezar poco a poco. Siempre a tu ritmo, a tu modo.

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Síndrome de ovarios poliquísticos – parte 2

by Amelia 14 marzo, 2022

En esta segunda parte me gustaría hablarles de dos puntos muy importantes, tal vez los más significativos porque son las principales herramientas para arrancar la batalla contra el SOP.

Cuando me enteré de que tenía SOP, una nube de dudas horribles me acompañó durante un tiempo.  Pensar que esto es algo que no tiene cura y que requiere mucho esfuerzo para sobrellevar, me abrumó muchísimo. Fueron unos cuantos años sintiéndome a la deriva hasta encontrar una respuesta consistente y trazar un horizonte, uno al que aún lucho por llegar. Cada vez más cerca, cada vez más segura. 

Diagnóstico del SOP

Los criterios diagnósticos del SOP son variados y casi siempre depende del especialista que te esté tratando. Por experiencia propia puedo recomendar escuchar a varios especialistas, especialmente no quedarte con un ginecólogo únicamente. Como mencioné en la primera parte de esta amorosa explicación, el SOP no es un trastorno exclusivamente ginecológico, por lo tanto, debes pedir la opinión y análisis de un endocrinólogo. 

Me siento un poco pesimista al hablar de los especialistas, pero este espacio de sinceridad no podría pasar por alto confesarles que tuve que pasar por muchos consultorios para encontrar por fin a alguien que realmente supiera la magnitud del problema y que su manera de explicar o detallar no lastime mis sentimientos. De todos modos, me siento muy agradecida por todas las rocas que tuve que escuchar y las sonrisas que tuve que simular al salir de alguna cita, desarrollaron mi paciencia y mis ganas de investigar sobre el SOP en todas sus dimensiones. Ojo, no quiero decir que fue personal, pero las actualizaciones sobre este desbalance son muy recientes y no puedo pretender que todos los médicos se sientan en la necesidad de actualizarse para brindar un mejor servicio (menos ante algo poco conocido), más aún cuando la medicina es parte de su negocio. 

Como mencioné al inicio, los criterios diagnósticos son variados, esto depende mucho del tipo de SOP que se tenga, pues la ausencia de algún síntoma no descarta el problema. Sin embargo, mientras más se encuentren, será más “fácil” llegar a una conclusión. Aquí te dejo una lista de las valoraciones a considerar para tu evaluación: 

  • Anamnesis detallada personal y familiar: Estos son los antecedentes médicos que siempre inician las exploraciones médicas. 
  • Exploración física: En esta búsqueda visible se trata de observar obesidad, hirsutismo, alopecia, acné, acantosis nigricans (pliegues oscuros), entre otros menos frecuentes. 
  • Ciclos menstruales irregulares: oligomenorrea (irregularidad del ciclo) y/o amenorrea (ausencia del ciclo).
  • Dificultad para conseguir embarazo. 
  • Pruebas analíticas de sangre: Este punto es aún un campo de incertidumbre, pues no está claro qué andrógenos hay que analizar, ni cuándo, ni cuánto. Los valores de normalidad en mujeres tampoco están bien definidos, lo que dificulta aún más los rangos. 
  • Resistencia a la insulina
  • Ecografías: Aunque dan poca evidencia del SOP, funciona como complemento, pero no como indicador absoluto. 

Hace unas semanas conseguí un nuevo endocrino. Es el segundo al que llego aquí en España y solo con la revisión de mis antecedentes, la exploración física y mis ciclos menstruales fue capaz de diagnosticarme con SOP y resistencia a la insulina. Desde entonces, he retomado el tratamiento con medicina y me siento mucho mejor. 

Aunque lo quieran ver como blanco y negro, no hay un criterio de diagnóstico unánime para el SOP. La literatura e investigación han mostrado que existe un conjunto de manifestaciones clínicas y analíticas. Mientras más evidencia exista, más rápido llegará el diagnóstico. Es así, tan disperso y gris, por eso te recomiendo no quedarte con una única opinión y si tienes la posibilidad, encontrar a un especialista en SOP. 

Resistencia a la insulina

La bendita resistencia a la insulina… En mi caso, lo peor de tener SOP. Es complejo, por eso te lo cuento en sencillo:

  • La insulina es una hormona que está dentro del cuerpo y ayuda a la glucosa (azúcar) a entrar en las células, con esto, las células tienen la energía necesaria. 
  • Cuando hay un problema en la entrada de este azúcar, se habla de una resistencia a la insulina. 
  • El cuerpo deja de ser capaz de procesar el azúcar correctamente, este se acumula en el torrente sanguíneo y aumenta los niveles de azúcar en la sangre. 
  • Esto va a generar una ola de síntomas muy similares a los de la diabetes, pero mucho más leves. 
  • Uno de los efectos de esta resistencia, es el sobrepeso. Estos excesos de azúcar suelen depositarse en células grasas.

Este último punto puede ser el más tedioso y sensible para muchas mujeres con SOP, entre las que me incluyo. Desde esta plataforma siempre he resaltado el amor que debe tener una consigo misma y, siendo el SOP una de las tantas piedras de este largo camino, debo reconocer que tratarme, tanto emocional como físicamente, han sido mis principales armas. 

Me hubiera gustado mucho encontrarlo explicado de esta manera, tan simple, tan normal. No fue así y por eso quise hacerlo para ti. Hoy te dejo aquí y te invito a que conozcas el tratamiento del SOP en el siguiente post. Un besote. 

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Síndrome de ovarios poliquísticos – Parte 1

by Amelia 20 febrero, 2022

Desde hace unos años el ángulo cambió, mis razonamientos tomaban un mayor sentido, algo en mí no estaba yendo bien y quería entender. Necesitaba saber por qué.

Algo en lo que siempre he hecho hincapié desde esta plataforma es consultar con buenos y responsables profesionales, para eso solo se tiene que indagar. El punto de partida fue ese, buscar quién y cómo. Sin mucho más que un par de citas y analíticas, el diagnóstico era bastante confuso y, probablemente, en vez de darme luces me oscureció más. 

Aquí te cuento un poco más de mis emociones y sensaciones en esta experiencia: clic aquí.

Pensando en todas las que aún siguen en la opacidad de los cuestionamientos, te explico por partes lo que es el síndrome de ovarios poliquísticos (SOP). 

Conocido por sus siglas, SOP

Quisiera empezar esta explicación haciendo un par de aclaraciones:

  1. Yo no soy médico, esto es una recopilación de haber visitado a muchos médicos y de estar llevando un curso para profundizar sobre el SOP. Quise hacer esto porque no he encontrado mucha información en español en la web y hay bastante literatura desactualizada. 
  2. El primer punto surge a raíz de la falta de un estudio de la medicina con visión de género. Y sí, sí creo que la falta de información y detección del SOP, como sus recientes actualizaciones, tienen mucho que ver con el feminismo. 

Y muy aplicada, aquí empezamos.

El SOP es un síndrome que engloba muchos aspectos, deja de ser solo un trastorno ginecológico y pasa a uno endocrinometabólico también. Aunque nunca lo hayas escuchado, dos de cada diez mujeres tienen SOP, lo que la convierte en la patología endocrina más común en mujeres de edad fértil. Lo curioso del tema es que, aún siendo tan usual recibir a una paciente que posiblemente tenga SOP, los médicos suelen mostrar poca empatía y resumen su diagnóstico a la aparición de quistes en los ovarios o a la mala alimentación. 

Las alteraciones más frecuentes se muestran a nivel: reproductivo, metabólico y psicológico. Déjame que te cuente con números que, aunque buena con las letras, no quiero marearte.  

Estos niveles se manifiestan, por ejemplo, en estos síntomas:

  1. Reproductivo: Hiperandrogenismo, anovulación, esterilidad, diabetes gestacional. 
  2. Metabólico: Resistencia a la insulina, síndrome metabólico, riesgo cardiovascular. 
  3. Psicológico: depresión, rechazo a la imagen.

Por muy científico que suene todo esto, no puedo dejar de mencionar que entender que un cuerpo no te define y que eres muchísimo más fue mi principal medicina. Te dejo aquí con esta resumida y clara definición del SOP que me costó tanto entender y me sirvió para entenderme a mí misma. 

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A un año de ser el cambio

by Amelia 17 enero, 2022

Esta semana cumplí 1 año entrenando y no se imaginan lo satisfecha que me siento. Durante este año he podido distinguir una idea equivocada sobre las razones para ejercitarse, yo no entreno con el objetivo de ver un número menor en la balanza, lo hago porque me ayuda a vivir. Llegar a esta idea no fue repentino, tuve que pasar por el agotamiento y la frustración. Quisiera decirles que es un camino sencillo y que los rápidos, y visibles, resultados te motivan a ser constante, pero no es así.

Todo sacrificio…

Durante las primeras semanas era un castigo, preferiría mil veces quedarme en cama y dormir un poco más, la fatiga y flojera eran más grandes. A eso se le sumaba el no ver un cambio frente al espejo, la ropa seguía quedándome igual y buscar salidas milagrosas y rápidas no faltaban en mis momentos de ocio. Los comentarios siempre han estado rondando ese límite de mi seguridad, creer que mi rutina no funcionaba por no verme más delgada eran un error, lo ideal siempre ha sido cómo me siento yo con esto y ejercitarme me hacía feliz. 

Desde este nuevo entusiasmo y motivación, nació un paralelo entre la actividad física y el bienestar, algo en lo que me he concentrado durante este año. Para no hacerles creer que es una suerte de engaño, busqué entre la ciencia y encontré que, efectivamente, el ejercicio es la acción que mayor impacto tiene en el cerebro, con una inmediatez en el estado de ánimo y, tras una rutina, mejoras sustanciales en el cerebro y el sistema cardiovascular. No quisiera convertir este post en una exposición, pero les dejo un link muy interesante de una verdadera erudita en la materia, Wendy Suzuki: clic aquí.

¿Vieron el video? Si la respuesta es que sí, entonces solo me queda confirmar lo revelado. Si la respuesta es no, te recomiendo verlo para que entiendas por qué hacer ejercicio tiene un beneficio más grande que un abdomen plano. 

Esos 45 minutos diarios que le quito a mi sueño, son 45 minutos que le sumo a mi alma: cultivo bienestar para afrontar mi día y disfrutar la vida. Suena utópico, pero les juro que es así. 

Para alguien que no tenía una rutina, ¿cuál es la manera ideal de empezar? 

El primer paso siempre es el más complicado, en este caso, el segundo es igual de difícil: levantarse hecho polvo y seguir sí duele. ¿Qué hice yo? Le pedí a los que me rodean que no me dejen flaquear y que ayuden a no rendirme. De esta manera, las semanas fueron pasando y ya iba agarrando un ritmo. 

Algo igual de importante es poder buscar asesoría profesional, yo encontré al mejor entrenador y eso terminó siendo un 50%. Juntos encontramos lo que mejor se adaptaba para mis objetivos y trazamos una estrategia. Entre nos, lo mejor de todo es que las risas nuuuuunca faltan. 

Ya teniendo encaminado el asunto, le sumé una actividad que desde hace mucho la tenía como hobby: zumba (baile). Incluirla dentro de la rutina semanal como un fijo me ayudó a balancear y agregarle la cuota divertida-artística al proyecto. 

El bonus del plan ha sido convertirme en entusiasta del pádel (sepan que tengo a las mejores compañeras) y añadir algo que nunca quiero dejar de hacer: aprender… y así, aprendiendo a diario de mí misma y mi fortaleza, es como quisiera compartirles la mejor receta para encontrarme en bienestar.

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Mi historia alimenticia parte 1

by Amelia 16 mayo, 2021

I’ve got so much love (love)
Got so much patience (patience)
I’ve learned from the pain (pain)
I turned out amazing (turned out amazing)
Thank u, next.
Ariana Grande

“Señora, su hija debe estar comiendo demasiado dulce”, le dijo el nutricionista a mi mamá. Escuchar eso a los 9 años no fue lo peor que pude escuchar a esa edad, pero sí ha sido de las cosas que más he escuchado y que sigo oyendo 19 años después. Una presión constante, un comentario incómodo, una mirada, gestos y chistes graciosos casi de manera obligatoria han sido esas barreras que me han costado cruzar para llegar a entender que no puedes construirte desde la perspectiva del otro. 

Es difícil entender que no puedes comer lo mismo que tus amigos cuando eres una niña.

Delimitar mi vida a lo que comía y tener que hacer mucho ejercicio fueron parte importante de mi infancia. Construí gran parte de mi vida con base en los valores del deporte, pero nunca pude con el tema nutricional. Nadie se detuvo a explicarme por qué, solo entendía que ser gorda era malo y ser flaca era bueno, pero si yo no me sentía mal como era, entonces ¿debía sentirme mal? 

Un niño del colegio dijo que parecía una ballena por llevar ropa de baño negra con blanco. Le di un golpe y nunca más nadie volvió a hacerlo.

«Con esto entendí que tener una coraza de fuerza podía protegerme y así lo mantuve por muchos años». 

Arrastré este pensamiento constante de sentirme mal con mi cuerpo hasta la adolescencia cuando el cuerpo empezó a cambiar para finalmente dejar de ver un cuerpo de niña y ver un cuerpo feo de adolescente, aún no siendo gorda. Formé mi identidad de adolescente siempre resguardando mis sentimientos y con una estampa muy marcada de carácter duro. 

Al terminar el colegio hice un esfuerzo descomunal por cambiar mi cuerpo. Comía muy poco, entrenaba 2 veces al día y descansaba el resto del día, no tenía energía para nada más. Al entrar a la universidad ya había visto ese cambio que tanto había buscado, pero no era feliz porque simplemente no tenía tiempo ni energía para todo. Hasta ese momento todo había sido por estética. Sin respuestas a ese problema, sin respuestas hasta muchos años después. 

Tras muchos cambios, por fin pude encontrar una mejor respuesta, mucho más contundente. Es clave poder encontrar los mejores profesionales y con eso no me refiero a un buen nutricionista, sino a la ayuda psicológica que recibí para poder aprender a escucharme y entender que la parte estética sería resultado de algo más importante: amarme.

Jamás encontré una real motivación para cambiar hábitos alimenticios, porque yo no sentía que lo hiciera mal. La clave fue entender que debía amarme en todo el sentido de la palabra.

Entre estos mismos escritos puedes ver el camino recorrido. Me amé después de dar a luz, me amé con 20 kilos de más, me amé cuando los bajé y amo poder pararme frente a una cámara, sin ser modelo y poder sentir que controlo mis propias decisiones. 

Con el tiempo y habiendo buscado muchísimo, descubrí otra razón muy importante, el Síndrome de Ovario Poliquístico, que muy probablemente me acompañó desde mis primeras citas con el nutricionista. Esto me inclina un poco la cancha, pero siempre se pueden encontrar buenos refuerzos. Aquí les hablo un poco sobre eso. 

Empecé a informarme (y formarme) sobre temas de nutrición y le encontré sentido a la alimentación saludable, un sentido real, pues bajar de peso es lo inmediato (y estético), pero no es sostenible, por lo menos no en mi caso. Así y solo así es que llegué a una rutina alimenticia donde comer saludable no es querer bajar de peso, sino darle lo mejor a tu cuerpo. 

No hay ningún secreto, ninguna receta mágica. No puedo mentirles, no es sencillo. Pero mi más grande motivación ha salido del único lugar en donde debí buscarla, ha salido de mí. Solo ha sido amor y todo se ha puesto en orden cuando aprendí a quererme.

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