Siempre vestí poleras anchas, por eso me pareció muy extraño que dijeran que trataba de esconder mi embarazo. Las caminatas hacia Letras eran eternas, escabullirme para llegar a mis clases en Sociales se había vuelto una habilidad. Se me habían ido las ilusiones de poder terminar la carrera, las prioridades iban a cambiar y yo no iba a cumplir mis sueños. La universidad se había vuelto un lugar incómodo para mí y aunque no lo sabían, me sentía haciendo lo incorrecto. Estaba viviendo lo que ninguna chica a esa edad y en ese contexto quería vivir y qué peor que despertar sin los sueños de toda tu vida, qué puede ser más feo que sentirte fracasar. La sorpresa me hizo ver solo lo negativo, pero la vida me lanzó una mirada directa al corazón que me hizo dar un salto de esos que ya se han vuelto usuales en mí, me llené de coraje y empecé a escribir nuevas historias.
Estar lejos de Lima me dio una vista panorámica de lo que había estado sucediendo, aunque estaba segura de que quería vivir a mis tiempos y a mi manera. Con el pasar del tiempo empecé a sentirme mejor, pero nunca podía pensar en la universidad y no sentir un pequeño dolorcito en el orgullo.
Desde que me mudé a Europa me mantuve siempre aprendiendo, más que por los cursos a los que siempre me anotaba, hice una observación muy detallada de mi vida, me entendía y quería dejarme entender. Entonces me vi en la obligación de perdonarme, en dejar de sentir que no lo logré. ¿Fácil? Nada, ¿imposible? Tampoco. Como he mencionado antes, encontrar buenos profesionales es muy importante, pero dar el paso para reconocerte en un proceso de perdón, es lo principal. No lo hubiera logrado sin las terapias de constelación, es lo que perdoné mucho de lo que me había dañado a lo largo de mi vida. Después del perdón, me sentí libre de esa presión.

Una vez vi un comercial de televisión en el que se veía cómo la vida había tenido un orden diferente al que nos enseñan, era un papá joven, que se graduaba como universitario con sus hijos ya mayores. Cada vez que pensaba que algún día Niara iría al cole y yo podría terminar mi carrera, me veía en ese comercial. Solo tenía que tener paciencia.
La pandemia complicó la educación, una computadora se volvió el aula, la herramienta y hasta nuestros compañeros. Con todas las dificultades, para mí fue la oportunidad que había estado esperando y que, con toda la suerte, coincidió con el inicio escolar de Niara. En un mes cumpliré 1 año de haber vuelto a la universidad, de haber vuelto a la nueva y virtual PUCP. A pesar de todos los obstáculos y la distancia, me doy una palmadita en la espalda y sigo conservando esa serenidad, pues sé que el camino es largo aún.
No fue hasta la semana pasada que un tuit de una de mis jefas de práctica del curso de Ética hizo que muchas personas me preguntaran qué estudiaba. Esto no solo me hizo pensar en la clara respuesta: periodismo, sino que en todo lo que pasó antes de volver. Recuerda siempre lo avanzado.